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© Casas río Onyar, Girona/Arxiu Imatges
El paisaje de Gerona es como una postal: casas de colores a las orillas del río Onyar,
que evocan tranquilidad y re exión a todo el que las contempla
y yo éramos jóvenes e íbamos a la playa, siempre al pisar la arena encontrábamos un reloj, ¿usted ha encontrado alguna vez en la playa un reloj?”. Los aduladores del ar sta miraron con sonrisas crueles al chileno. Si decía que había encontrado un reloj, pasaría por ser un pretencioso. Si decía que no había encontrado ninguno, pasaría por un mediocre. La respuesta llegó sola: “¡No he encontrado ningún reloj, pero he perdido muchos!”. Dalí tosió, dejó de prestar atención y se puso a hablar con la corte que lo acompañaba. Al  nal de la cena, se acercó a Jodorowski y le dijo: “Muy bien,  rmaré el contrato”. ¿Qué  ene que ver esta historia con las gafas?
—Nada –dijo Jodorowsky–. Quizá sólo quería que vieran que toda pérdida signi ca un encuentro. Se paró y se marchó...
Peregrinación a la meca del surrealismo
Bajo la máxima de Jodorowski y entre relojes perdidos inicié mi recorrido en Figueres. Ciudad que goza de una personalidad mul facé ca: puerta giratoria que despide a España, le da la bienvenida a Francia y se jacta de tener una iden dad propia, preñada de detalles y secretos por descubrir. La capital de la comarca del Alt Empordà se ex ende sobre una llanura  uvial y de todos lados del planeta llegan curiosos a rendir tributo a Salvador Dalí, quien se encuentra enterrado en el Teatro-Museo que lleva su nombre. Conforme el museo se va vislumbrando en la distancia, con sus cúpulas par culares, aparecen aquí y allá guiños que indican quién ha sido el habitante más ilustre de esta ciudad fronteriza: desde carteles anunciando alguna exposición, hasta monumentos sui géneris.
Sin las aspiraciones de otros recintos museográ cos, el museo es espectacular: salas escondidas; escaleras de caracol que no llevan a ninguna parte; máscaras y bustos del pintor; automóviles que conducen al pasado; estructuras metálicas; pa os tranquilos con el arrullo de una cascada distante; elefantes atravesando espejos; un mural donde Dalí y Gala sos enen el mundo; una sensacional colección de joyas.
Es encomiable el esmero que la Fundación Gala-Salvador Dalí ha des nado a conservar el legado del pintor. Además del Teatro-Museo y la colección de joyas localizados en Figueres, completan los recintos conservados, la casa de Portlligat y el cas llo en Púbol. La fundación realiza un trabajo constante de actualización. Fruto de ello fue la adquisición, el año pasado, de Carreta fantasma, pieza surrealista que se incorpora a unos fondos de más de 300 piezas.
Enfrente del museo se encuentra una bellísima catedral gó ca con sus gárgolas y su imponente fachada. Para los obsesivos de los museos, ni el del Ampuedán ni el del Juguete de Cataluña desmerecen. No obstante, si se  ene en mente pasar por Cadaqués y por Gerona, el  empo es escaso y hay que elegir prioridades. Al  nal, como decía Jodorowsky, toda pérdida signi ca un encuentro.
Intermezzo: mágica luz en Cadaqués
Se dirá que es una injus cia reducir Cadaqués a un mero puente entre dos ciudades que, desde la arbitrariedad del recuerdo, he celebrado. Quien piense así tendrá razón, pero, en descargo, argumentaré que los puentes son tan importantes como los puertos que ven despedidas y los amaneceres que saludan llegadas.
Cadaqués está a unos 40 minutos en coche. Junto con Santorini en el Egeo, es uno de los parajes idílicos de ese mar europeo que tantas historias inspiró. Caseríos blancos, puerto de pescadores y las notas ligeras del perfume de Gala en el viento me reciben. Innumerables terrazas se prestan para sentarse y echar las redes al mar de los recuerdos. Entonces sí, a llorar de amor, de has o o de alegría como rezaran los versos de Oliverio Girondo.
Hay que visitar la casa de Dalí y después conviene pasear por el puerto y sentarse a tomar un café en algún espacio abierto, para después perderse en las calles empedradas mientras la noche alcanza este úl mo reducto ibérico que se resiste a ser engullido del todo por la Europa con nental.
Gerona, la señorial
Al día siguiente, el i nerario marcaba Gerona. Una postal: casas de colores a las orillas del río Onyar. Evocan las fachadas llenas de luz de ciudades mexicanas como Tequisquiapán, San Miguel de Allende o el mismo Guanajuato,
La vez que fui a Figueres –me comentó–, mis gafas se cayeron y un amigo las pisó por accidente. Ese mismo día, más tarde, comiendo, los amigos encontraron a Alejandro Jodorowsky, quien más tarde iba a  rmar libros. El director de cine chileno accedió a sentarse un momento. El amigo que había pisado las gafas, apenado, re rió el incidente. Jodorowski rió y contó él mismo una anécdota que ha repe do después en innumerables conferencias.
—Un día estaba comiendo en una larga mesa como ésta y, entre los comensales, se hallaba el propio Dalí. Eran los  empos en los que yo preparaba el reparto de una película y el pintor catalán me some ó a una angus osa prueba. —Yo quería que el genio catalán interpretara un papel –prosiguió Jodorowsky–, le agradó la idea y, para “conocer el talento de ese jovenzuelo que cree poder dirigir a Dalí”, en plena cena y frente un séquito de 12 personas, a quemarropa, me preguntó: “Cuando Picasso
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