Page 53 - Viajero-Ejecutivo-23
P. 53

Esta isla funde las culturas griega, veneciana y otomana, además de majestuosos paisajes naturales
En cuanto desciendas del ferry empezarás a disfrutar de las primeras trazas magenta y violáceas que revivirán el cielo. Al respirar la brisa marina comenzarás a familiarizarte con la geogra a que te acogerá los siguientes días. No tendrás que caminar mucho para encontrar un cómodo autobús que te transportará al casco viejo de La Canea.
Camina con dirección al puerto veneciano. Seguramente ya serán las siete de la mañana y poco a poco las cor nas de los negocios develarán todo  po de mercancías. También verás sendas viviendas an guas con herrajes preciosos, sensuales balcones y  ores policromas.
Al bajar por la calle Halidon, saldrá a tu encuentro la catedral de La Presentación de la Virgen María. Se trata de una construcción ortodoxa que consta de tres naves con una sola torre campanario despuntando de la fachada principal como si Sagitario lanzara una de sus bruñidas saetas al sol y ésta ardiera al instante, mientras que el astro rey baña la super cie alba del atrio que circunda el edi cio.
Sigue caminando y toma las fotogra as que creas necesarias. Transcurrido un  empo, las casas que bordean esta avenida empezarán a disiparse hasta depositarte en la famosa Plaza Venizelos.
Al llegar al puerto veneciano tendrás frente a   un vasto horizonte cuyo cielo con colores es similar al que dejaste en Atenas. Aquí te sobrevolarán gaviotas, cormoranes y otras aves marinas que anuncian la aurora. A tus espaldas, la ciudad abandona la bruma de la noche, se sacude las estrellas y emerge de su marasmo costero. Si viajas en abril o mayo  ja la mirada en las montañas nevadas. los sen dos te engañan: tus ojos verán un paisaje helado con cordilleras alpinas, pero ese calor merinero escala por los poros de tu piel.
Recorre con la vista la formidable arquitectura de la mezquita de los Jenízaros que, con sus inconfundibles cúpulas, se erige como la construcción otomana más an gua de la isla. También se asomará el faro de La Canea, la cual
evoca historias de marineros que, como Ulises, se ataron a su embarcación para poder escuchar el canto de las sirenas; leyendas de aventureros italianos que trajeron a este lugar especias y mercancías de todo el mundo; recuerdos de amantes devorados por Poseidón.
Por su posición estratégica y la benevolencia de su clima mediterráneo, Creta fue codiciada desde  empos remotos y los períodos sucesivos de dominación ejempli can su asediada existencia.
Siéntate en uno de los cafés que bordean el puerto y pide un jugo de naranja. Cuando termines, lo más seguro es que la ac vidad comercial en la isla ya haya iniciado un nuevo día. Los pescadores regresarán con las redes henchidas de presas plateadas, al  empo que los habitantes acuden a sus comercios para recoger los frutos del mar. Deja tus pertenencias y, como es seguro que el sol ya esté coronando el  rmamento, ponte algo más cómodo y termina de conocer la ciudad.
Un pedazo del paraíso
Antes de que se oculte el sol, ve a rentar un coche, porque esta es la opción más e ciente y económica para recorrer la isla. Resuelto ese tema acuéstate temprano, porque te aguarda un día lleno de sorpresas, cuando partas por carretera en busca de Elafonisi, que es El Dorado de las playas europeas.
Al manejar, sé prudente, pues hay tramos donde el asfalto no es de la mejor calidad y las curvas pueden resultar peligrosas. A pesar de esto, las señalizaciones son buenas y algunas aparecen en inglés. Piérdete un momento en esos serpenteantes laberintos que surcan valles interminables de vegetación mediterránea y árboles de olivo que se yerguen imponentes bajo el sol helénico. Descubrirás por qué Zeus escogió esta isla para mantener cau va a Europa: los valles, cañones y planicies te robaran el aliento.
Viajero Ejecu vo 51


































































































   51   52   53   54   55