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de comerciantes acaudalados. Bajo sus arcos de piedra tallada y sus entramados de madera que datan de 1589 se instalaban los tenderetes en  empos an guos. Hoy alberga un restaurante y se localiza junto a la o cina de Turismo.
La Catedral de Notre Dame se alza majestuosa con su  echa de 142 metros, su maravilloso rosetón y el color de arenisca rosa que absorbe los rayos del sol y las caricias de la luna. Desde su plataforma se puede observar toda la ciudad: a menudo encerrada entre los primeros astros de la tarde y el crepúsculo. En su interior se encuentran los vitrales en perfecto estado de conservación, una soberbia nave, el célebre reloj astronómico con su planetario de Copérnico y el espléndido Pilar de los Ángeles, un juicio  nal de es lo gó co que data de 1225-1230 y en el cual los personajes cobran vida desde la piedra.
Hasta el siglo XIX, la catedral fue el edi cio más alto de la cris andad occidental. Si se decide escalar los 332 escalones que componen su escalera de caracol, es posible descubrir una perspec va inédita de la ciudad y, con algo de suerte, se alcanza a divisar la Selva Negra alemana y los Vosgos franceses, un nuevo guiño a la alianza franco- alemana.
La Pe te France: el rumor del agua en las esclusas
Después de la monás ca experiencia esté ca de la arquitectura de Estrasburgo, vale la pena internarse en el famoso barrio La Pe te France, ubicado en una zona donde se regulan las aguas con esclusas y casi se podría decir que se escucha el rumor del oleaje. Un cuento viviente con sus  ores adornando los balcones, las casas de madera tallada y los fantasmas de molineros, cur dores y pescadores. Un lugar que te invita a quedarte a cenar en alguno de esos restaurantes que
© FOTO: CORTESÍA TOURISME STRASBOURG
parecen  otar sobre el azul ópalo y derre rse con la espuma de los saltos del agua de los puentes cubiertos.
Una instantánea para la eternidad
Despedirse de Estrasburgo no es fácil. La plaza de la República  ende un puente de oro para la ocasión. Aires nostálgicos de parque del siglo XIX la ubicaron en el corazón del barrio alemán: novedoso concepto de urbanismo con calzadas amplias y elegantes edi cios administra vos. Una madre con dos hijos muertos –uno alemán y otro francés– se erigió en el centro del espacio urbano. Desde este punto se puede mirar el palacio del Rin, el Teatro Nacional y la Biblioteca Universitaria. Es posible cerrar los ojos y quedarse con una impresión, una fotogra a mental para cuando se decida volver. •
Entre barrios que parecen congelados por el  empo y tejados inclinados, se asoman las maravillas arquitectónicas de la ciudad
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