Nauplia

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Foto por Konstantin Malanchev. Flickr.com

Los descendientes de Poseidón

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Foto por Francisco Fontano Patán

Por momentos pierdo el aliento, y debo apartarme a un lado del sendero para ceder el paso a otras personas. He venido contando uno a uno los escalones desde que comencé el ascenso y llevo 543. Aún faltan 457 para subir los 1,000 que la oficina de turismo asegura me llevarán al castillo de Palamidi, localizado en la cumbre de un pico a 216 metros sobre el nivel del mar. Estoy a medio camino, pero la vista que obtengo del mar y de la ciudad de Nauplia, que se extiende a mis pies, ya es digna de una tarjeta postal. Imaginar el paisaje que me espera al finalizar el recorrido me resulta suficiente inspiración para recuperar mis fuerzas y continuar la subida: 544, 545, 546.

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Foto por Francisco Fontano Patán

Un origen mitológico
En cualquier lugar que se visite en Grecia, es imposible no remontarse a la antigua mitología, legado de una civilización que, a más de dos milenios de su apogeo, sigue siendo considerada una de las más grandes de la historia, y que los helenos de hoy presumen como la fundadora de la cultura occidental.

Nauplia no es la excepción, pues sus habitantes encuentran sus orígenes en Nauplio, nieto de Poseidón, quien no sólo habría fundado la ciudad a la que dio su nombre, sino que también destaca como el descubridor de la Osa Mayor y como un gran navegante que participó con los argonautas en la búsqueda del Vellocino de Oro, y como rival de Agamenón en la guerra de Troya.

Entre la modernidad y el mito, la historia de Nauplia se despliega en cada parte del recorrido.

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Foto por Konstantin Malanchev. Flickr.com

La ciudad, que domina el Golfo Argólico, siempre ha rendido honores a su sobrehumano abuelo, manteniendo una relación especial con el mar y un papel relevante en la historia, lo que la llevó a convertirse en la primera capital de la Grecia moderna. Tras una década, pasó la estafeta del gobierno a la mundialmente conocida Atenas, y desde entonces Nauplia ha sido un lugar cuyas buenas comunicaciones y clima atraen visitantes locales y extranjeros durante todo el año.

De plaza en plaza
El viaje a Nauplia desde la estación de autobuses de Atenas cruza de norte a sur la región del Peloponeso y termina a pocos pasos de la Plaza de los Tres Almirantes. El lugar está enmarcado por edificios neoclásicos y tiene en su centro una estatua del Rey Otto. Ésta se levanta en un punto en que, hasta 1929, hubo un palacete real que desapareció en un incendio. A mano izquierda de la explanada, el Megalos Dromos, la calle más importante de la ciudad, me encamina al centro histórico.

Sus plazas y fortalezas han sido aliadas y enemigas de los imperios más podersos de la historia

La siguiente parada es la plaza Syntagma, o Plaza de la Constitución. De dimensiones mucho más reducidas que su equivalente ateniense, el lugar es todo un ejemplo de la multiculturalidad de este puerto que, desde la Edad Media hasta la Independencia de Grecia, pasó por manos bizantinas, venecianas y otomanas.

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Foto por Troy Mckaskle. Flickr.com

Dos edificios son fundamentales: el antiguo arsenal veneciano que hoy funciona como museo arqueológico, y en cuyo interior se pueden apreciar piezas de antiguas ciudades del sur del Peloponeso, como Micenas y Epidauro; frente a ella está la mezquita turca, construida alrededor de 1500 y que muestra el alcance que el islam llegó a tener en Europa. Hoy aloja sobre todo eventos culturales.

Saliendo de Syntagma camino por el puñado de calles que cruzan toda la zona. Las más importantes están llenas de pequeñas tiendas que harán las delicias de los amantes del shopping. También hay pequeños restaurantes familiares que, ya tarde, deleitarán mi paladar con los sabores marinos y el café griego con que disfrutaré el atardecer. Pero antes me dirijo al final del camino hasta encontrarme cara a cara con el mar.

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Foto por Emanuel Eragun. Flickr.com

La pequeña fortaleza
A lo largo de la costa, se pueden ver desde antiguos cañones apuntando a enemigos invisibles, hasta los hoteles más lujosos de la ciudad. Pero es inevitable que todo esto quede en segundo plano una vez que se descubre el fotogénico islote de Bourtzi, justo en medio del golfo.

La isla no tendría mayor atractivo, de no ser porque en 1471 los venecianos construyeron en ella una fortaleza que abarca toda su extensión. Hace tiempo que Bourtzi perdió cualquier uso militar y, aunque fue durante un tiempo hotel y restaurante, hoy es una atracción turística y el símbolo de la ciudad.

Recorre la fortaleza de Bourtzi y revive las aventuras de la república de Venecia

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Foto por Konstantin Malanchev. Flickr.com

Se construyó tomando en cuenta la imposibilidad de los grandes barcos para llegar a ella. Para visitarla existen dos pequeños botes que hacen el viaje al islote en intervalos de 20 minutos. Siendo que el recorrido de ida y vuelta toma dos minutos en cada dirección, queda un cuarto de hora para visitar la fortaleza junto al grupo que se acumule en el bote mientras se espera la salida. Ingresar a Bourtzi es gratuito, mientras que el traslado cuesta cuatro euros.

Antes de ser hotel, la fortaleza tuvo otra curiosa función. Fue el hogar de una persona a la que nadie quería tener como vecino: el verdugo de los prisioneros del castillo Palamidi, cuya subida emprendía al empezar la crónica.

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Foto por Francisco Fontano Patán

El fin del esplendor veneciano
Finalmente, logro conquistar las escaleras que llevan a Palamidi sin estar seguro de dónde quedaron los 1,000 escalones prometidos, pues mi cuenta resultó diferente. De cualquier manera, el estar en la cima es un triunfo, y tras pagar los cuatro euros de entrada compruebo que efectivamente, las vistas desde la cima fueron dignas del esfuerzo. Ante mis ojos la ciudad y el mar se complementan en perfecta armonía.

Al igual que Bourtzi, Palamidi fue construida por el ejército de la República de Venecia entre 1711 y 1714, un tiempo impresionante para un edificio tan complejo. La fortaleza no sólo es considerada una de las más brillantes obras de arquitectura veneciana fuera de sus fronteras, también es una que marca el inicio de su decadencia, pues tan sólo un año después de su conclusión, fue tomada por los turcos, con lo que la República empezó a perder territorios, entró en crisis y desapareció. Así, Nauplia presume la última gran obra de uno de los más importantes imperios de la historia.

Pasear por la inmensa fortificación puede tomar horas, mientras se contemplan las muy bien conservadas murallas, torres y habitaciones que permiten viajar en el tiempo. Se puede recorrer sólo la sección norte, que es la mejor conservada y más visitada, o alejarse de los turistas en la sección sur, donde las plantas que crecen entre la roca natural hacen que uno se sienta la única persona en la zona.

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Foto por Runner 310. Flickr.com

Encontrar un lugar donde sentarse a disfrutar de la brisa marina y del sol reflejado en el azul turquesa de las aguas del Golfo no implica ninguna dificultad. Lo complicado es no olvidar el paso del tiempo y la necesidad de emprender el descenso antes de la hora de cierre.

Queda poco tiempo antes de tomar el último autobús de vuelta a Atenas, pero es el suficiente para caminar por la Acronauplia, un antiguo castillo conservado sólo en parte, cuyas murallas alguna vez resguardaron todo lo que fue la Nauplia primigenia. Sus calles retorcidas y su altura, en una colina elevada sobre el resto de la urbe, permiten varias vistas buenas de los tejados de la ciudad y del golfo desde donde Poseidón cuida a sus bisnietos.

Los dioses antiguos siempre están presentes, pero esto no impide que lugares como Nauplia rompan con los tópicos y demuestren que Grecia tiene mucho que ofrecer además de los mármoles de su etapa clásica.

Francisco Fontano Patán es colaborador de Viajero Ejecutivo desde 2012. Titulado con un máster de periodismo de viajes por la Universidad Autónoma de Barcelona, es coautor del libro Postales del Mundo, con el que ganó un premio en los Malta Tourism Press Awards 2014, siendo el único mexicano y el segundo latinoamericano con dicho reconocimiento. Ha también escrito para FWD Magazine y Glup en México y para la Revista RGB y el diario de viajes Expreso en España.

Guía para tu viaje


¿Cómo llegar?

Nauplia no cuenta con aeropuerto, por lo que la mejor manera de llegar es en autobús o en un auto rentado desde Atenas. El transporte sale de la estación Stathmos Kiffisos y el viaje dura un promedio de dos horas; cuesta € 26.00 el viaje redondo y € 13.00 el sencillo.

Moneda e idioma

El idioma oficial es e l griego y la moneda el euro.

Visado

El ciudadano mexicano sólo requiere un pasaporte válido por tres meses.

Aeropuertos y aerolíneas.

El aeropuerto de Atenas se llama Eleftherios Venizelos, llegan vuelos de Aegean Airlines, Airfrance, Alitalia, Brittish Airways, Iberia, KLM, Ryanair y Turkish Airlines, entre otras.

¿Cómo transportarte?

La zona turística de Nauplia se recorre a pie. Existe un autobús que sube al castillo de Palamidi para quienes no quieren enfrentar el ascenso de 1,000 escalones.

¿Qué comer?

Aprovechando que Nauplia es un puerto, hay que probar la comida de mar como los pescados y mariscos frescos y preparados al estilo griego. Además se pueden encontrar otros tradicionales platos del país como la gyropitta y la musaca. Para beber existe el café griego, molido y hervido con azúcar; o el ouzo, el licor tradicional del país.

¿Qué visitar?

Castillo de Palamidi: Abierto de noviembre a marzo de 08:00 a 16:30 y de abril a octubre de 08:00 a 19:30; entrada € 4.00. Bourtzi: Abierto todo el tiempo durante el verano, en invierno se abre sólo con cita.

Museo Arqueológico de Nauplia: Abierto de martes a domingo de 08:00 a 15:00; entrada € 3.00 precio completo, € 2.00 para estudiantes con identificación y para gente de la tercera edad con pasaporte de la Unión Europea.

¿Cuándo ir?

Nauplia tiene un buen clima todo el año, incluso en verano es más fresca que Atenas. Si se quiere disfrutar de la playa conviene viajar en primavera o verano.

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