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Una ciudad de teatralidad arquitectónica con mas de mil años de antigüedad que exige mantenerse despierto,
así es Amberes
La catedral enaltece su presencia cada hora: sus 547 campanas envuelven la ciudad con bellas melodías
Si se continúa por la congestionada calle Suikerrui, pronto aparece –al borde del río Escalda– el Castillo Het Steen, una fortaleza del siglo XIII que sirvió, fundamentalmente, de prisión durante cinco siglos. Actual- mente aloja el Museo Marítimo Nacional. Su portón está vigilado por la escultura de Semini, el dios escandinavo de la fertilidad.
Como todo río, el Escalda también puede ser atravesado, pero de una forma bastante peculiar. En la Plaza Sint-Jansvliet se encuentra un edi- cio art decó color ocre que posee un elevador. Uno no entiende qué está sucediendo hasta que se encuentra 31 metros bajo el lecho marino frente a un túnel de 572 metros de longitud y cuatro metros de diáme- tro, que atraviesa todo el río por debajo de la tierra.
Esta propuesta turística resulta sorprendente, pues fue un túnel que se construyó a principios de 1930 y todavía conserva el estilo original, carteles, acabados, señalizaciones, azulejos e incluso las escaleras eléc- tricas de madera. Este recorrido de 10 minutos resulta asombroso, una sensación totalmente inaudita a pesar del gran trá co que por ahí tran- sita, pues los locales van de aquí para allá a pie o en bicicleta.
Al salir, se encuentra el sitio óptimo para observar el atardecer. Una vez ahí se puede dar un paseo en yate, en carrozas tiradas por caba- llos o caminar a la orilla del río para apreciar, al otro lado, el Museo MAS y una ciudad gótica en su momento ideal, cuando los rayos del sol la bañan de un anaranjado que lentamente se va ocultando y las luces de la ciudad ocupan su lugar. Una ciudad de teatralidad arqui- tectónica con mas de mil años de antigüedad que deja una sensación de completud y satisfacción al momento de oscurecer, pero que exige mantenerse despierto, pues Amberes es una de esas ciudades que no admiten lecturas super ciales. •
mentos más representativos: la estatua de Rubens y la Onze Lieve Vrou- wekathedraal, la Catedral de Nuestra Señora, la más grande de Bélgica.
El escultor Guillaume William Geefs erigió en 1840 la estatua en bronce de Rubens, el artista representado de pie sobre un pedestal, con la mi- rada ja y los brazos valerosos; luce cual vigía de la obra que resguarda.
La catedral data del siglo XV. De las dos torres que debían componerla, sólo la del lado norte fue terminada. Sin embargo, su asimetría va de la mano con el estilo de la ciudad. El impacto que provoca resulta obvio, su estilo gótico y línea esbelta la exhiben en cada uno de los rincones de Amberes, pues sus 123 metros de altura la vuelven el edi cio más alto. Cada hora, sus 547 campanas envuelven la ciudad con bellas melodías.
Mientras el exterior de la catedral es una maravilla de la ingeniería, el interior destaca por su riqueza artística, con sus vidrieras, su cúpula, ar- cos y pilares, las pinturas de Murillo, Franken, Backer, Rubens y la obra maestra que dota de identidad a esta edi cación, El Descendimiento de la Cruz de Rubens. Merece tomarse unos minutos para contemplar es- tos cuadros y asombrarse del dinamismo, de la captación poderosa del drama, del color, de los gestos atribulados y del uso de la perspectiva.
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