Page 67 - Viajero-Ejecutivo-18
P. 67
© antwerpern toerisme & congres
© antwerpern toerisme & congres / jan pollers
Amberes está compuesta por una gran cantidad de pequeñas plazas dirigidas por estrechas calles, como un acertijo digno de descubrir
A la izquierda –en la bocacalle– se asoma la Casa Museo de Rubens, un suntuoso edi cio barroco que sirvió de hogar, estudio e inspira- ción al inigualable genio; enseguida se ubica el Palacio de Meir, anti- gua residencia de una familia cervecera, del rey Leopoldo II de Bélgica y del mismo Napoleón en el siglo XIX. Actualmente, en su interior hay una chocolatería, el lujoso Café Imperial y la Sala de los Espejos. Al nal de la calle está el Boerentoren, el rascacielos de Amberes.
Caminando hacia la Grote Markt (Plaza Mayor), te puedes escabullir involuntariamente del presente en un paseo por el pasado. La arqui- tectura concéntrica de fachadas escalonadas son una mezcla de esti- los amenco y renacentista de los siglos XVI y XVII. Todas esas casas gremiales ocultan en sus detalles una historia de familia. Al nal de cada escalinata se erige la referencia del que fuera su o cio.
El Stadhuis (Parlamento) es el edi cio más distintivo de todo este conjunto. Su construcción estuvo a cargo de Cornelius Floris en 1565; sin embargo, durante la guerra contra España en 1576, sufrió un in- cendio. Fue reconstruido en 1579 por Paul Luydincx. Columnas dóricas y jónicas ornamentan cada una de sus plantas, al igual que la gran variedad de esculturas que las acompañan, haciendo de él un híbrido amenco e italiano de poderoso efecto visual.
Todas estas edi caciones reúnen en el centro de la Grote Mark a la impresionante Fuente de Brabo, que narra la leyenda de la ciudad. Se dice que hace muchos años, el gigante Druoon Antigoon, quien vivía junto al río Escalda, se dedicaba a exigir un peaje al capitán de cada barco que pasara por allí, y a cualquiera que se negara, le cortaba la mano y la arrojaba al río.
Indignado por esto, el soldado romano Silvio Brabo se lanzó hacia el gigante, le cortó la mano y la arrojó al río, terminando para siempre con él. Muchos sugieren que Antwerpen debe su nombre a esta le- yenda: Ant-mano, werpen-lanzar. En el siglo XIX se erigió esta fuente en honor al mítico héroe de la ciudad. La maestría con la que el escul- tor Jef Lambeaux retrata el clímax de la batalla entre Druoon y Brabo, la agonía de uno y el coraje del otro, los aguerridos movimientos con- gelados en bronce, la metáfora que de la sangre hace el uir del agua, no sólo provocan un retrato perpetuo de la escena, sino una leyenda en continuo movimiento.
Si se camina hacia el sur se haya otra pequeña plaza triangular llama- da Handschoenmarkt, cuya riqueza radica en sus detalles. Quizá ésta no es tan turística como la Grote Markt, pero es muy acogedora para sentarse a beber una Mort subite –tradicional cerveza belga– y pedir el delicioso handje, un postre de galleta en forma de mano que recuerda la leyenda de Brabo. Mientras se descansa con un tarro de cerveza en- tre las manos, se puede observar en el centro de la plaza un gran pozo de hierro forjado, que erige una pequeña escultura del héroe Brabo, y detrás, la excepcional fachada de la Catedral, rodeada de pequeñas tiendas y casas que dibujan a la perfección la esencia de Amberes: una distinción y elegancia que parecen musitar un esplendor perenne.
Amberes pareciera un acertijo digno de descubrir, compuesta por una gran cantidad de pequeñas plazas, una detrás de la otra, dirigidas por estrechas calles. Todo aquí es la historia misma que te invita a recorrerla.
Al salir de la Handschoenmarkt, se dibuja la fotografía más bella y clásica de toda Amberes. En la Groenplaats se conjugan los dos ele
Viajero Ejecutivo • 65