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La calle Florianaska es una de las más an guas de la ciudad y cuyo trazo sigue siendo el mismo del camino real de la Edad Media
© FOTO: CORTESÍA OFICINA NACIONAL DE TURISMO DE POLONIA
Finalmente, al centro, aparece el Sukiennice, creada como sede de los comerciantes. Manteniendo en parte esta función, hoy ofrece a los amantes del shopping todos los souvenirs que necesitan, a la vez que en su segundo piso aloja una subsede del Museo Nacional de Cracovia.
Desde la plaza se puede ir fácilmente a cualquier lugar del centro histórico, que  ene las dimensiones perfectas para recorrerse con calma. Pre ero la calle Florianaska, una de las más an guas de la ciudad y cuyo trazo sigue siendo el mismo del camino real que en la Edad Media; era la ruta por la que des les militares, coronaciones, pompas fúnebres y dignatarios extranjeros alcanzaban el cas llo real.
Al caminar veo las construcciones que, junto a las de la plaza, fueron levantadas gracias al próspero comercio de la ciudad. Mis pasos me llevan a la puerta de San Florián, donde descubro el pasado militar de la urbe.
San Florián era la entrada principal a la ciudad amurallada y está consagrada al santo patrón de la ciudad, venerado en una iglesia cercana. La puerta destaca por una torre de 33.5 metros adornada por un águila, un símbolo para los polacos.
Al con nuar con mi caminata, cruzo la puerta y salgo del centro para encontrarme con la barbicana. Esta fortaleza de paredes redondas fue alguna vez la perla del sistema defensivo de la ciudad, y desde su construcción, a  nales del siglo XV, impidió los ataques extranjeros. Hoy no sólo es un icono de la ciudad, sino que su es lo arquitectónico gó co la hace destacar como una de sólo tres estructuras de este  po que existen en Europa; las otras dos están en Carcassone, Francia, y en Görlitz, Alemania.
En el siglo XIX Cracovia ya no necesitaba la protección de sus murallas, y como parte de un proyecto urbanístico fueron demolidas. La oportuna intervención del profesor Feliks Radwański evitó que la puerta de San Florián y la barbicana tuvieran ese destino; gracias a ello hoy podemos admirarlas, quedando como un testimonio de la historia militar de la ciudad.
Tras la demolición del resto de las murallas, con el espacio recuperado se embelleció la ciudad: todo el an guo trazado defensivo fue reemplazado por una serie de jardines llamados Planty. Su desarrollo tomó varias décadas: los primeros árboles se sembraron en 1820 y las úl mas secciones se abrieron en 1880. Afortunadamente el proyecto tuvo con nuidad y los jardines Planty, renovados en 1988, son uno de los paseos favoritos de los cracovianos, quienes descansan del ajetreo de la ciudad entre la sombra de sus árboles.
Mientras camino por los Planty, que en toda su extensión  enen luminarias, fuentes, monumentos y quioscos, pienso que en pleno siglo XXI siguen cumpliendo hoy la función de las desaparecidas murallas, pues es el cinturón verde que rodea toda el área histórica que la separa y protege de la Cracovia moderna que, con el dinamismo de toda ciudad, con núa su crecimiento y desarrollo.
Tras la pausa que representa el parque, vuelvo a mi recorrido para conocer la sede del poder polí co de la an gua capital polaca: la colina de Wawel. En este promontorio, con excelentes condiciones defensivas, se levantó el cas llo que fue residencia de los reyes polacos; y la catedral, sede del poder religioso. El paseo por los jardines me lleva directamente al pie de la colina y tras un corto ascenso llego al conjunto monumental que requiere de varias horas para ser debidamente conocido.
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