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© Cecilia Avila
“Mono no aware” expresa
la transitoriedad de las cosas y cómo la belleza se ve exaltada precisamente por su carácter e mero
Al día siguiente comencé muy temprano mi visita al templo Kiyomizudera. Este si o fue importante durante el Periodo Heian (794- 1185), en el que Kioto fue la capital del país. El complejo se compone del templo principal, sostenido por enormes pilares de madera, una pagoda y el santuario Jishu, conocido como el si o de peregrinaje para aquellos que buscan buena fortuna en el amor. En el santuario hay dos rocas colocadas una frente a otra (a seis metros de distancia) y se dice que si una persona logra caminar de una a otra con los ojos cerrados, tendrá buena suerte en el amor. Es un si o muy popular con los visitantes. Me tocó ver cómo unos chicos ayudaron a su compañero a alcanzar la segunda roca, pero al llegar, lo empujaron y terminó en el suelo. Esta propensión al humor es algo que vi en muchas partes de Japón y me parece fascinante.
Al salir del templo me dirigí hacia las calles Sannenzaka y Ninenzaka, una zona muy pintoresca, hasta llegar al Templo Kodaiji, que ene un hermoso jardín. En esta parte de la ciudad hay muchísimos templos y santuarios; verlos todos requiere de mucho empo, por lo que decidí seguir el consejo de Aurelio Asiain y me dirigí al Templo Chion, atravesando el parque Maruyama.
Al comenzar la tarde llegué al templo Nanzenji, en un complejo rodeado de árboles y otros templos más pequeños. A un costado del templo principal sorprende encontrar un acueducto de ladrillo, que data del periodo Meiji (1868-1912).
© Cecilia Avila
Después, seguí a través del bosque hasta el llamado Camino del lósofo (Philosopher’s Path). Se trata de un paseo que une Nanzenji y Ginkakuji (el templo del pabellón de plata). Logré ver algunos cerezos en or, pero durante la temporada principal, este camino se ilumina con las ores rosas. Recibe su nombre en honor al lósofo japonés Nishida Kitaro, pues se dice que él solía caminar regularmente por aquí.
Al día siguiente, ya de camino a Nara –otra an gua capital–, entendí por qué Kioto reúne los principales símbolos de Japón: sus más de 1,600 templos y 17 si os declarados Patrimonio Universal por la Unesco serían mo vo su ciente para visitar. Pero más que eso, la historia pasada y actual del país es ininteligible sin esta ciudad. •
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